lunes, 15 de febrero de 2010

Ginkanas y pasteles

Hoy me he llevado una alegría al ver que ha vuelto "The Amazing Race", mi reality-concurso favorito ever.


Me cuesta mucho decantarme por una pareja por ahora, espero que resulte mejor que la última temporada, la 15, que de las parejas que llegaron a las últimas etapas ninguna me hacía ni fu ni fa. De momento tenemos candidatas a caerme mal, por supuesto. Está una pareja de ex-concursantes de Gran Hermano, una miss no-se-que-estado, famosa porque le preguntaron algo tipo "hablame de Rusia" y quedó como una ignorante y los undercover-cops. A ver, que en mi diccionario eso es "policías infiltrados" o "de incógnito". Pues si que van a ir mucho de incógnito después de salir en la tele nacional... Estos tres equipos ya tachados, y mantengo en estrecha vigilancia (I'm watching you) a los hermanos gay-hetero (me recuerdan a los hermanos gay-gay de la última, que al final dieron mucho asquito), a la pareja de lesbianas (bueno, en realidad la morena me cae bien, pero desconfío de la rubia) y a los cowboys (de momento que se queden porque tienen un acento gracioso). Al menos hay un buen número de parejas con sustancia, como en la temporada 14, que aunque sean unas bitches, como las exanimadoras pelirrojas, por lo menos le dan vidilla al programa.

Y después he visto el último capítulo de Criando Malvas (Pushing Daisies). Si no conocéis la historia el tema es este: Ned, de profesión pastelero y propietario de su propio local llamado The Pie Hole, tiene un poder mágico/místico: si toca a un ser muerto este revive, si lo vuelve a tocar palma again. ¿Qué pasa si no lo toca esa segunda vez? Que otro ser próximo muere. Tiene que tocarlo antes de un minuto o sino habrá un nuevo muerto. Ned ayuda a un investigador privado despertando a los asesinados para peguntarles quién les dió matarile. Problema: en la investigación de la muerte de su amor de infancia, Chuck (que el nombre no os confunda, es una chica), no tiene corazón para "re-matarla". Así que la chica se va a vivir con él, se une al trío investigador y acaban siendo los novios con la convivencia más peligrosa que os podáis imaginar. Como Ned la roce Chuck la palma. Menuda tensión doméstica, vamos.
Grandes momentos de Olive Snook, lo mejor de Pushing Daisies


La serie es super naive y todo es bonito y de colorines. Ellos están enamorados y se dicen te quiero todo el rato, sin que parece que les suponga mucha carga el no poder tocarse. De hecho sin que parezca que vivan con la preocupación que se merece el peligro potencial que conlleva que estén todo el rato juntos. ¡Que hasta los he visto esconderse en un maletero a los dos y tan tranquilos!!
Si te acostumbras a la ñoñería, Criando Malvas no está mal, pero la verdadera razón por la que me la he visto entera es esta: quería saber como solucionaban lo de no poder tocarse, y por extensión el origen de los poderes de Ned. Imaginaos la cara que se me ha quedado con el episodio final, cuando no se resuelve el tema del no contacto físico. Que lo pongan todo lo bonito que quieran, pero una relación así, por mucho amor que haya, va a acabar en una perversión sexual fijo! Me quedo muy preocupada por Chuck y Ned, que lo sepáis. Es el problema de las cancelaciones de series, que te dejan sin resolver temas cruciales y sólo puedes devanarte los sesos imaginando lo que iba a pasar.
Así que si os animáis a verla que sea por lo chulos que son los pasteles, porque Olive (la camarera de la cafetería-pastelería) es la caña y porque os gusta ver una versión digitalizada de un amor platónico correspondido pero no consumado. Pero avisados quedáis, para que no os llevéis un chasco como la menda, de que esta es una series interruptus de primera categoría.

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