Hace unos meses confesé dos cosas: que soy una miedica y que soy fan de la saga Resident Evil. También juré que no vería la cuarta entrega, Resident Evil: Afterlife, en el cine, aunque saliera Wentworth Miller. Yo necesito verla en un entorno controlado, así si la cosa se pone muy malita le doy al pause mientras se me pasa el susto.
Cuando vi el primer trailer el horror me dominó, pero no por los zombies: ¡Dónde estaba Went! y lo que es peor ¡Por qué tenía que volver la petarda de Heroes!? Me pareció fatal que hubiera dos tías buenas y cero chicos idem. Y encima los zombies son más feos que nunca, y yo soy una chica sensible.
Afortunadamente mis temores eran infundados, en el segundo trailer ya se ve a Went.
Y aunque la estrenan en 3D voy a mantener mi promesa de no verla en el cine, por dos razones. La primera, es evidente, si ya palmo de miedo con la peli de normal imagínate si veo que un bicho chungo con dos cabezas salta hacia mí desde la pantalla. A mi edad hay que evitar esos sustos, que luego me salen canas.
Pero además tengo claro que por mucho que intenten colárnoslo el 3D de imagen real no vale la pena; se pierde definición en los fondos y casi tienes que tomarte una biodramina para no marearte. Si es animación sí que apuesto por el 3D, que conste.